Arno Breker fue el escultor favorito de Hitler y, durante el Tercer Reich, realizó muchos trabajos que promulgaban los ideales nazis. Muchas de sus esculturas, de gran expresión y con más influencia manierista de la que en vida hubiera querido aceptar (puesto que, recordemos, ese tipo de arte era considerado «degenerado» y por lo tanto se destruía), poseen una visión muy sugestiva de la belleza masculina.